domingo, 18 de diciembre de 2011

La maravillosa obra de Miguel Calatayud

No soy ninguna experta en Cómic pero lo que tengo claro es que es otro arte.
Yo siempre he sido amante de la narrativa porque nos permite recrear todo lo que leemos y porque nos enseña a amar, cuidar y cultivar el lenguaje. Soy amante del cine porque te permite adentrarte en otras realidades viendo, escuchando, siguiendo una trama. Soy amante de la pintura porque es capaz de emocionar sin saber porqué; de lanzarte al más allá de la percepción sensorial. Me impacta la fotografía porque es capaz de comunicar un mundo a través de un instante congelado y porque hace bello hasta el momento más tremendo. Pero el Cómic y la narración ilustrada... aunan para mí la sugerencia personal de la narración con la interpretación plástica que de ella hace el ilustrador. Es como una visita guiada, o mejor aún, un paseo compartido y dialogado entre lector e ilustrador a través de la historia contada.
De niña me apasionaban los albumes ilustrados. Recuerdo vívidamente una imagen de la historia de Genevieve de Bravante. Quizás todavía no sabía leer y esa imagen me contó lo que vivió y sintió esa mujer.
Hoy tengo una sobrina de 8 años que disfruta enormemente con los cómics, se divierte, se ríe en ese diálogo con el ilustrador. Este es, ni más ni menos, el gran valor del cómic y de la ilustración de cuentos.
Gracias a todos los artistas que creen en su trabajo y no desfallecen a pesar de las dificultades.
Gracias a Miguel Calatayud por acompañarnos en la lectura y el conocimiento de historias importantes como "Los 12 trabajos de Hércules", "Las Luisíadas" o acercarnos a poetas como Federico García Lorca y también gracias por apoyar el trabajo de otros colegas suyos.
Gracias a la Revista digital "Pinzellades al Món" por este Slide que comparto aquí para difundir esta maravillosa obra.


domingo, 4 de diciembre de 2011

Nader y Simin, una separación

"Premio TVE - Otra mirada 2011"
Festival Internacional de Cine de San Sebastián 2011





Desde sus primeras imágenes te envuelve y te trasporta a la realidad que representa. Casi podría decir que he estado en alguna de las ciudades de Iran, que conozco algo sobre su realidad social, religiosa; sobre su sitema judicial; sobre la situación de las mujeres.

Y en parte, ese ambiente opresivo que se respira a través del miedo al marido, al castigo, al infierno y se percibe en la necesidad de libertad, de más oportunidades, me recuerda a esa España del franquismo que conocí de niña, donde el padre, el marido, el Estado, la Iglesia, oprimian el espíritu de tantas mujeres. 

Una historia llena de sufrimiento, encarnado principalmente en las niñas, que asisten impotentes a la revelación de unos padres aborrecibles por orgullosos, mentirosos, cobardes y violentos.